CAMERON: THE ENTERTAINER

James Cameron lo ha vuelto a conseguir. Ha hecho una película de entretenimiento puro y duro de la que es imposible decir que es mala. Lo hizo con Alien, con sus Terminator y lo ha logrado de nuevo con Avatar su proyecto soñado hace ya 12 años.

Tras el record mundial de Titanic algunos creyeron que Cameron se podría retirar para siempre y dedicarse a vivir la vida, pero decidió embarcarse en Avatar, un proyecto que quería explotar la tecnología 3D y que no se ha finalizado hasta que el cineasta ha dispuesto de la tecnología necesaria para llevarla a cabo.

El resultado no ha podido ser más espectacular. Espectacular en expectativas, ya que toda la industria, críticos y cinéfilos estaban contando los días que faltaban para su estreno. Espectacular en cifras, un presupuesto oficial de más de 600 millones y una recaudación que en tan sólo tres semanas asciende a 1.000 millones de euros en todo el mundo. Pero sobre todo espectacular en su puesta en escena y sus imágenes. Cameron ha evitado hacer una película que pretenda dar imágenes que sobresalgan para que el espectador se mueva en su butaca para evitar algún objeto o personaje, sino que el 3D para Cameron es la tecnología básica para trabajar aquello que para los grandes nombres de cine era tan importante la profundidad de campo. Y es que, lo que más sorprende de este film es la capacidad que tienen las imágenes para sumergir al público en medio de Pandora (el planeta donde sucede la acción), se siente en medio del bosque, de la nave, ve cada detalle de las plantas, de los árboles y de los seres vivos que lo pueblan. Los casos que ejemplifican este hecho se encuentran en las distintas ocasiones en que la cámara (aunque sea un efecto de ordenador) realiza un zoom para observar lo que se ve a lo lejos. Aunque ese zoom no sea necesario, porque si uno detiene cada uno de los fotogramas del film podrá disfrutar de los detalles que aparecen más al fondo de la pantalla. Incluso en las escenas de plena batalla todo aparece claro y nítido y se sigue disfrutando de esta perfecta y perfeccionada profundidad. Por tanto, nadie le puede negar a Cameron su talento y su gran esfuerzo por realizar una película que podríamos calificar de perfecta a nivel técnico t de efectos.

A estas alturas llega el momento de hablar del guión. Porque Avatar, a parte de ser imágenes en 3D también pretende contar una historia. Una historia al servicio del discurso ‘verde’. Su protagonista es Jake, un ex marine que viaja a Pandora con la misión de hacerse amigo de los habitantes del planeta, lo Na’vi y convencerles que abandonen su hogar, con el fin de que los hombres exploten su subsuelo, donde hay una material energético muy caro que quieren explotar. Entre medio hay una historia de amor, de principios, de militares que sólo saben utilizar la fuerza para llegar a acuerdos, apología sobre los valores de la naturaleza y la conservación del medio ambiente… Un film con un poco de mensaje pero que no aporta nada nuevo en cuanto a estructura, forma o contenido. Eso sí, resulta de lo más entretenida y el interés del espectador pocas veces decae, ya que Cameron es un gran profesional y conoce bien al espectador. Le ofrece mensaje, historia de amor, sentimientos, conflicto, aprendizaje… y todo explicado de manera tan clara que a veces resulta simple, y más teniendo en cuenta que han tenido 12 años para elaborar un guión que podría haber sido más arriesgado.

Eso no elude el hecho que Avatar es la película más esperada, la que mejor explota la profundidad de campo del 3D y la que va a revolucionar el cine tal y como se concibe. Por todo ello, y pese a los recelos que puede despertar, Cameron vuelve a confirmar su gran condición de ‘entertainer’ y, como tal, ha conseguido con Avatar hacer una película muy bien hecha y de obligada visión.

T: Joan Colás

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